LA INCREIBLE HISTORIA DE KING KHAN, el sarraceno del rocknroll y sus amigos de los labios negros




LA INCREIBLE HISTORIA DE KING KHAN, el sarraceno del rocknroll y sus amigos de los labios negros.

Esta historia era buena. Y quería rememorarla. Pero la pereza que me caracteriza últimamente me impedía ordenarla en palabras. Aunque la historia sea buena, no deja de ser el ejemplo básico de lo que debería ser la vida del rocknroll. Hoy tan denostada. King Khan es revival rocknroll cento per cento. Si acaso le añadiría al personaje un toque actual que en los 60s no estaba tan definido: el de ser un frikazo del carajo, un personajazo de tomo y loco. En cualquier caso, cuando creíamos que los personajes desbocados y excesivos ya no existían en el mundo de la música alternativa… zas, ¡en toda la boca!

Espero que conozcáis a King Khan, ya os cuento que es algo así como un canadiense de ascendencia hindú (tiene toda la pinta) que controla de maravilla toda la sucia historia del rocknroll entera. Este hombre pintó de anécdotas, sin él saberlo, mi resacoso domingo de Primavera. Fui testigo de la locura que arrastra este hombre hasta el punto de conformar una historia completa con final feliz. Mi primer encuentro empieza cuando vi a este hombre con un vestido de noche de señora, además de más atrezo como ese collar con langostinos que nunca podré olvidar. Tocaba en el parque Miró. La historia fue bastante animada. Pasaron las horas. Y el gran momento del día llegó. Ver a Black lips en el apolo. Entrar era imposible. La cola daba la vuelta al edificio, y no avanzaba por el simple hecho de que no cabía más gente en el local. Pero por arte de birlibirloque entré y pude ver el concierto en una posición privilegiada. Sin correr riesgos para la salud y sin tener que subir el cuello. King khan estaba ahí. Vestido con un chandal robado a un camello de la serie starsky y hush. Borracho, con su collar de perlas y gambas. El tío no paró ni un segundo. Mientras los Black Lips daban un conciertazo. King Khan no paraba de colarse al escenario. Pasarles cigarros y birra a los músicos para acto seguido salir a quitársela de las manos, mientras estos seguían tocando como si nada. la confianza da asco. Bailar con las grupis oficiales del grupo. Hacer todo tipo de gestos de hooligan borracho. A la vez, y para más confusión del personaje, como si fuera un gurú místico hindú, iba enseñando enormes cartas del tarot a los Black lips, y estos ponían caras de asombro e interés por el significado de dichas cartas, entrando completamente en el juego de su maestro, haciendo de un simple concierto de punk algo mucho más misterioso.
La euforia de King Khan fue creciendo y la cosa se fue yendo de madre. Empezó a enardecer a la gente para que subiera al escenario para acto seguido empujarlos contra el público. Mientras los seguratas intentaban que se estuviera quieto. Finalmente se calentó tanto la cosa que la gente llegó a tomar el escenario del Apolo. Como 100 personas saltando mientras la banda seguía tocando sin poder verse si quiera si seguían entre la gente o habían sido fagocitados. Al menos la música sonaba y no era playback. Por fin apareció el cantante, cuando a la gente se le ocurrió hacer un Castellet con él, subiéndolo por encima de dos pisos de seres humanos. Como tres metros sobre el escenario. Cuando consiguieron bajar a la marea humana. El escenario era un solar. Se habían roto dos micros y algún monitor que otro. Como quedó uno vivo, la solución de los Black lips al asunto fue pegarles patadas a los otros micros hasta tirarlos al suelo. Cómo se nota que no pagan estas cosas (¿o sí se pagan luego?). El caso es que en el bis king khan ya no pudo resistirse más en su afán de protagonismo tras haber caldeado a las masas y decidió salir a cantar una canción sin consultárselo a nadie. A los Black lips parecía que todo les diera igual. Como quién se acostumbra a las matanzas en la guerra, aguantaban a su desbocado colega, eso es amistad rocker, baby. Acabó cantando, con el único micro vivo, sin camiseta, enseñando una panza oronda y con una túnica de reverendo o gurú cósmico que, la verdad estaba chula. Llegué a creer que podría ser el manager espiritual del grupo, porque la verdad, parecía un abuelo junto a los Black lips
El memorable concierto acabó y tras la sesión garajera del dj me fui. Y al salir del Apolo reapareció king khan, rodeado y aclamado por la masa, en la calle, esta vez el levantado fue él. Unos fans lo colocaron sobre un taxi, sobre el que se subió como una reina mora para que todo el mundo lo admirase levantando los brazos al cielo. Luego king khan entró en ese mismo taxi. Yo pensé que no ocurría nada extraño. Porque la verdad es que el personaje entró al taxista sin aspavientos tras su pequeño acto terrorista de personaje “rebelde”. Pero minutos después, andando por la calle, como no podía ser de otra manera reapareció king khan. Esta vez el aire de estrella Friki se le había bajado a los calzoncillos. Porque el taxista muy astutamente lo había montado al taxi para llevarlo a la comisaría de cerca del Apolo. King Khan estaba rodeado por como una docena de mosos de escuadra. Con caras de pocos amigos. Intentaba hacerse explicar, mientras un Indie fan parecía echarle una mano. La detención era inminente. King Khan de héroe a delincuente. Como tiene que ser! Como buena estrella.
Pero mi historia, como decía tiene un final feliz, o al menos neutro. Cuando ya estaba convencido de que este hombre iba a dormir esa noche en un lindo calabozo rodeado de ginchos catalanes de diferentes etnias (en esto él al menos pasaría desapercibido sino fuera por la pinta). Cuando me encontraba en el aeropuerto del prat. A las 7 de la mañana. un amigo y yo, para asombro y alucine de nuestros ojos y cabezas, vimos reaparecer a king khan, con (otro) chandal retro. Tan fresco como una rosa. Como si no hubiese sido el protagonista de una serie de movidas de la leche. Un amigo que no estaba ahí en ese momento y apareció luego no se creía que habíamos visto de nuevo al rockstar. Entre otras cosas, porque a ellos les estuvieron a punto de meter en el calabozo por la mitad de la mitad de lo que había hecho king khan. Estuve a punto de decirle alguna gilipollez, pero se me escapó y saltarse una cola de facturación no es recomendable. Pensé en ese momento, si se ha salvado es porque ahí ha soltado pasta. Lo que no arreglé un buen cheque… En definitiva. No es para tanto la historia, pero sí que es llamativo que estas cosas que seguramente eran clásicos de otras épocas ya no se atisben. Ahora todos somos muy educados, no te imaginas a los arcade fire haciendo una macarrada ni dentro ni fuera del escenario, ¿a que no? Pero es que ni a primal scream. king khan, en su estúpido y sucio frikismo, es una figuraca macarra necesaria, si no queremos aburrirnos eternamente con esta adaptación encorsetada y mediocre (en cuanto a espectáculo) del rock que vivimos.

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