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Mostrando entradas de agosto, 2009

LAS TRA(D)ICIONES DE TU PUEBLO, MI PUEBLO

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Hoy, ya ayer, último domingo de agosto, tocaban a su fin las fiestas de mi pueblo. Y la nostalgia me llevó a bajar a ver el castillo de fuegos artificiales. Especifico porque no hay castillos de otro tipo por aquí. Aunque mi pueblo se llame las Torres (de Cotillas). La traca final de la fiesta va acompañada de la chamuscación total de un muñeco gigante de cartón (lo que viene a ser una falla), que simula un grotesco campesino de fealdad incomparable. Lo llaman la quema del raspajo. Una tradición inventada, aunque no precisamente original. O sea, una cosa que no se había hecho nunca y que un buen día de hace 4 ó 5 años nuestro alopécico alcalde decidió que quedaría chachi. Sí, aquí algo huele a chamusquina, ¿Puede tener una tradición 5 años? eeesto… Todas las tradiciones empezaron alguna vez puede pensar el más resabido de mis lectores. Pero no es tan sencillo, todas esas chorradicas anuales que engalanan con folklore los fastos patronales de los variopintos pueblos de España y del mund

el himen de maría, amén

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Hoy, más misterios teológicos de altísimo nivel. Atención pregunta: Si la virgen María fue sin pecado concebida (…y he aquí la trascendental duda) ¿fue el niño Jesús, en su empujar hacía una nueva vida en el planeta Tierra, el que desvirgó a su propia madre rompiéndole el himen? ¿Es la virgen maría sin pecado concebida, pero con pecado parturienta? Y eso sin entrar en detalles como que si padre e hijo son la misma persona Jesús es su propio padre, a la vez que su madre es su esposa desposada por él mismo al fecundarla él (según la cláusula filioque del credo niceno) y desflorarla nueve meses después. Sé que no son dudas muy normales. Pero me corroen y busco respuestas. No quiera dios que maría sea finalmente una pecadora de rebote. Nada más lejos de mis teodeseos….

Tchaikovski y los gitanos

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Hoy, paseando con la bici por una pedanía de Murcia cuyo nombre igñoro, me encontré a unos gitanos peleándose, hablando con apasionada violencia en su jerga: - putaa, - y tú yonkie, - borrachaa, te via matá... Mientras la policía intentaba separarlos sin conseguirlo en absoluto. El resto de la horda gitana se movía y gritaba sin ningún fin concreto de forma que parecía que estuvieran vitoreando a sus ídolos. Me paré a mirar, incluso con respeto, por si la cosa acababa en tragedia y alguien me pillaba con una sonrisa. Se pegaban tortas, sopapos, y mientras una bebé (pobre ser, ¡vaya bautismo!...) pasaba de los brazos del uno yonki a la de la otra borracha, como si una pata de jamón ganada en una tómbola fuera. Yo venía escuchando el concierto para piano de Tchaikovski. No hay nada más refinado, pensaba, gayer incluso. Los elevados sentimientos decimonónicos que inspiraban la música y entraban por mis oídos, se enfrentaban a lo que mis ojos recibían en forma de barbarie retransmitida en