la librosis facial en mujeres



La librosis facial, enfermedad rara, dentro de las enfermedades indiscerniblemente sociopatológicas asociadas a los tics nerviosos y a los impulsos irrefrenables. Se caracteriza por el alzamiento hacia la zona rostral de un ejemplar literario. En un acto tal, que la cara de la persona se ve cubierta en su práctica totalidad por la portada de un libro.
El primer caso de librosis facial del que se tiene conocimiento se dio en la primera década del siglo XX. Emily Wilkinson, una destacada estudiante inglesa en Oxford, posicionó a la altura de su cara, en el momento de realizar la fotografía para el anuario de la promoción 1900-1904 un conocido libro de Flora Tristan. Mujer, activista y sufragista, este fue uno de muchos actos por los que se pedía el voto femenino, así como la equiparación de títulos y estudios entre hombres y mujeres en la Inglaterra de preguerra. Dado el coste de tiempo y dinero que se empleaba para una de estas tomas, la fotografía permaneció tal cual en los cuadros de orla del pasillo del rectorado de Oxford. Como la estudiante ya había cursado sus estudios no se la podía expulsar, y como su título no tenía valor alguno, el caso quedó sin su merecido castigo.
Los actos de protesta parecen descartados en la manifestación actual de la enfermedad. La enfermedad ha permanecido en los límites de lo digno de ser destacado hasta la eclosión virtual de Internet y de las redes sociales, en que cada persona manifiesta su ego en espacios personales. La caralibrosis, se asocia a otros actos impulsivos de carácter neurótico dentro de las patologías relacionadas con la mujer joven. Como el muy conocido de llevar libros y carpetas a una altura tal que se encuentran tapando el busto femenino. Claro síntoma relacionado con las dudas y complejos que se evocan en la adolescente frente al advenimiento de la edad adulta. Pero al contrario que en esta, la timidez queda descartada. Ya que las impactantes imágenes en que los rostros femeninos se convierten en libros van precedidas por retahílas de imágenes de carácter conspicuo en esto tipo de “locus” virtual. Así pues, la mujer tampoco suele tapar su cara con libros cuando se encuentra por la calle. Se da en personas que, ya lean mucho o lean poco, algo leen. Los filósofos que hablan del malestar de la cultura la señalan como una de las disfunciones que provoca la cultura del individualismo. El nivel de cultura o intelectual como la nueva fuente de clase social lleva al ser humano de la era digital a mostrar el abanico de sus conocimientos, llegando en la caralibrosis a fundirse, en una identificación máxima, con el propio objeto cultural.
Dado su carácter puntual y su distribución aleatoria en la población, los estudios epidemiológicos descartan que se trate de un defecto recesivo o de penetrancia variable heredable por el cromosoma X. Aunque así se explicaría su baja influencia en hombres. Se apuntan pues los factores ambientales, como pattern, ya que se muestran agregaciones en grupos no emparentados filogenéticamente. Otra línea de investigación está relacionada con el tipo de literatura que se emplea para manifestar este acto impulsivo. Cánones de la cultura moderna, suelen ser libros de belleza contrastada y que manejan principios universales. No se encuentran ejemplos de mujeres con una librosis provocada por incunables; libros de género (ciencia-ficción, novela histórica, etc.); ni de poesía dado su carácter minoritario; o, evidentemente, libros del estilo del Arte de la Guerra, el Príncipe o los Viajes de Marco Polo. Qué motiva a una mujer a que se la identifique con una obra literaria hasta este punto permanece aún en los misterios de la psicología moderna y debido a que el estudio antropológico de la mujer contemporánea es un tema delicado, apenas hay fondos para dar un acercamiento pragmático a la cuestión.

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