PLANTA UN PINO... aquí también

Las propuestas ilusión-antes por un mundo verde, lleno de remiendos y parches aquí y allá para evitar la inevitable pudrición del mundo son muy frecuentes en mi facultad. La última es que todos plantemos un pino. Cómo si eso sirviera de algo. Han empapelado la facultad con flaiers con pinta de ambientadores, pero que no huelen ni a ambientador, ni a pino, ni a lo otro que estáis pensando.

La idea es de un grupillo de gente muy guays, con pinta de abertxales que se empeña en que respiremos mejor, incluso que hagamos deporte y vayamos en bici. A los que llamo movimiento de liberación nacional de oxígeno. No sé hasta qué punto gozan de cinismo y humor. Seguro que los subestimo y el ideólogo del plan pensó en las posibilidades significantes de su creación.

Yo sí que lo tuve claro en cuanto vi el mensaje. El objeto pedía a gritos su propia descontextualización en un marco de referencias bien distinto. Así que hice mi pequeña contribución a la deconstrucción con esta obra, digna del más jocoso niño de secundaria que descubre con gozo el vigor de los dobles sentidos y de leer entre líneas. Ya lo anunciaban Ortega y Gasol en la mayor perogrullada filosófica de nuestra historia, las cosas son ellas y sus circunstancias (bueno, más o menos). Y el mejor ejemplo es este cambio radical de significado de un mismo objeto en otro espacio. Se me ocurrió otra posibilidad, colgarlo en el coche a modo de falso ambientador, pero no quiero recomendarle a nadie que plante pinos en su propio coche. Hay ciertas cosas que mejor no descontextualizar jamás, por muy artista ppostmoderno que se sea.

Quería deciros, amigos míos, que toda esta palabrería es para justificar que he hecho hoy esta chorrada y me he reído yo solo al hacerla. Claro.