De como Sadam ama a Satán y un amigo asusta a un bakala


Este cuadro es lo que pudo contemplar un bakala, que paseaba por la calle, al que nuestro queridísimo amigo P.E.L. invitó a pasar al salón del no menos querido amigo y maestro Fulli. Nuestro querido amigo P.E.L. ofreció a la pobre criatura oligofrénica una copa para, acto seguido, empezar a interrogarle por sustancias de las que no venden los farmacéuticos. Puede que fuera el rostro de Sadam junto al demonio (¿recuerdan ustedes south park la película?) presidiendo el salón, o el desorden de un salón de lo más peculiar, o puede que fueran las preguntas indiscriminadas de nuestro querido amigo P.E.L. las que hicieron que el bakala saliera pitando del salón sin mediar palabra, tal vez pensando que lo íbamos a matar, violar o hacer pensar, eso sí, se fue corriendo sin olvidar su copa.
Querido P.E.L., ¡desde que te conozco no me has invitado a una sola copa y se la regalas a un bakala, un aborigen del levante español del que los científicos y teologos aún discuten si tienen alma o pueden pensar! Aunque eso sí, asustar a un bakala no tiene precio

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